Echoes-Port. Copyright John Howe 2005 El Castillo de Tyntagyl: Crónica de una falta de plan

miðvikudagur, mars 15, 2006

Crónica de una falta de plan

Heme aquí, sentado en la cafetería de La Mentira, a más de una hora de la maldita reunión a la que me comprometí yo solo a ir, pues nadie me pidió que fuera, pero que de todas formas me siento con el deber de asistir, pues es parte de un favor que me pidió un amigo.
Heme aquí, a medio día, sin un cochino centavo para poder almorzar, esperando encontrar alguna persona que me pueda ayudar... lo que es peor es que tengo mucha plata guardada y no puedo retirarla! creo que tengo suficiente para un paquete de maní...no...no tengo ni para un miserable paquete de maní... me está llevando el maldito diablo... esto raya entre lo cómico y lo angustiante.
Sigo esperando a ese buen samaritano mientras que el picante sol de la sabana comienza a ocupar mi espacio; no puedo ni siquiera ir a la sala de computadores a perder mi tiempo de una manera más creativa porque ya está cerrada... y por dos horas! Me provoca llamar a mi amigo pero temo que pueda seguir ocupado... y sigo esperando mientras que el timbre que anuncia la salida de una pizza recién cocinada comienza a sonar y el sol comienza a molestarme cada vez más.
Dentro de poco comenzarán a llegar los pitufos a este sitio, esos seres amorfos y prepotentes que se toman la mitad de MI cafetería divididos en pequeños grupos de 15 personas cada 3 mesas, a lo mejor llegará algún(a) desquiciad@ de es@s a sacarme de la mesa porque va a almorzar y yo ando escribiendo, bien, pues mi escrito es tan importante para mí como es el almuerzo para ese(a) andrógin@... es más, estoy tan tensionado que espero de verdad que eso suceda... tal como dije, acaban de llegar los primeros payasos de bata blanca, pantalones azules y mirada soberbia.
Han pasado 10 minutos desde que comencé a escribir, me quedan por lo menos 40 minutos todavía hasta que comience la dichosa reunión, mi estómago comienza a hacerme reclamos que por el momento no pudo atender, mi chaqueta negra comienza a calentarse de manera excesiva por el sol y ni una sola cara conocida cerca. Me acabo de dar cuenta que me caen mal los miércoles a medio día.
En unos 15 minutos este lugar estará completamente atestado de gente de todas las formas, tamaños y colores... es divertido, pues uno ve mil caras y ninguna de ellas lo ve a uno, además, como estoy solo con mi soledad, puedo llenarme la cabeza de críticas sin tener que verme en la necesidad de abstenerme de hacerlo por estar hablando con alguien.
Estoy viendo a una persona conocida justo al frente mío, lo suficientemente conocida para saludarla, pero escasamente conocida como para pedirle un favor... ahora la pregunta es si saludo a esa persona o sigo haciendome el pendejo escribiendo esto... al ver a esta persona me acabo de acordar que quedé de llamar a una amiga esta semana para almorzar con ella, pues no será hoy, tal vez mañana, tal vez la próxima semana... opté por hacerme el pendejo.
Faltan 35 minutos para que comience la reunión y sigue son aparecer nadie... bueno, ya apareció alguien pero tampoco le voy a pedir nada... no me nace hacerlo con esa persona, no me nace ni saludarla pues seguramente estará con más personas a las que menos me nace saludar en este momento, estoy bastante entretenido con mis pensamientos. Creo que todo tiende a mejorar por alguna extraña razón, es más, ya no quiero que llegue nadie, me aburre sobremanera pedirle cosas a la gente y ahorita me aburre todavía más hablar con alguien.
Es irónico, acabo de ver a mi amigo almorzando en el mismo sitio que yo desde hace quien sabe cuanto, está solo y no fue capaz de avisar que se había desocupado... en fin, con el si me dan ganas de hablar, hasta me sacará de esta situación... ya atenderé las exigencias de mi sindicato estomacal... faltan 20 minutos para la reunión.
Contrario a las leyes de Murphy, donde toda situación mala tiende a empeorar, esta es mi crónica de una falta de plan.
Sir Gawain

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